Recuerdo una ocasión en la que estaba en el salón de clases como alumno de maestría discutiendo con mis compañeros sobre un caso de negocios, el profesor en su rol de facilitador, nos abrió nuestro panorama cuando dijo:
“Un alto directivo no debe diagnosticar jamás que un problema se debe a una falta de comunicación, ¡pues es redundante! Todos los problemas humanos se deben a alguna falla en el proceso de comunicación”.
Ese día reflexioné mucho sobre la importancia de la comunicación, no sólo en los negocios, sino en nuestras vidas y me atreví a hacerme la misma pregunta, aplicada a las relaciones sociales, a la salud y por supuesto, a las finanzas.
¿Será que una pobre relación de pareja tiene su causa en una pobre comunicación interpersonal?
¿Una persona con sobrepeso se estará constantemente diciendo en su interior que no puede controlar la ingesta de los carbohidratos refinados?
¿Alguien que tiene una cuenta de banco pobre, se está diciendo a sí mismo persistentemente, que no puede ganar más dinero?
Probablemente la deficiencia en nuestros procesos de intercambio no es la única razón de los enigmas de las relaciones, la salud y el dinero; pero sí ocupa un lugar muy importante en la jerarquía de dicha causalidad.
Nuestros vínculos, vitalidad y finanzas son un resultado de algo que tiene su origen en los actos repetitivos, y a su vez, dichos actos provienen de una emoción, que fue generada por un pensamiento. Y finalmente, dicho pensamiento está formado por palabras, por enunciados, por oraciones…
¡Por un proceso de comunicación interior!
Por lo tanto, reflexionemos: Si los pensamientos están formulados por palabras, el hecho de conocer a profundidad el significado de ellas y de ampliar nuestro vocabulario,
¿podría ser el inicio del perfeccionamiento de los procesos de comunicación intrapersonal e interpersonal? ¡Definitivamente SI!
Si estudiamos las palabras que utilizan en su día a día los nutriólogos y los deportistas,
¿tenemos más posibilidades de aumentar la salud? ¡Totalmente de acuerdo!
Sobre todo si las aplicamos y no sólo nos quedamos en la teoría.
Si aprendemos otros idiomas,
¿podemos mejorar nuestra comunicación con otras personas en diferentes países del mundo? ¡Claro que SI!
Si ampliamos nuestro vocabulario como inversionistas,
¿poseemos más posibilidades de saber la manera de generar riqueza? ¡Dalo por hecho!
Lleguemos a una conclusión:
El amor, la amistad, las buenas relaciones sociales, la salud y las finanzas son un idioma. Y se aprenden de la misma forma en la que se aprende una lengua extranjera, o incluso, igual que los bebés asimilaron su lengua natal.
¡Excelentes noticias!
¿no crees?
La Libertad Financiera no está al alcance de la mano de unos privilegiados, sino que está al alcance de los que estudian.
¿Estudian qué?
¡Un idioma, el de las inversiones!
Si quieres aprender alemán, la mejor metodología es la inmersión, es decir, que estés largas horas expuesto al idioma alemán; ya sea que lo estés escuchando constantemente o que te vayas a vivir por un año a Alemania. De la misma manera, para invertir, sólo necesitas echarte un clavado al mundo de las finanzas, exponerte constantemente a las palabras propias que emplean los inversionistas para poner a trabajar al dinero, ¡entre más tiempo mejor!
Si entrenas persistentemente, cuando menos te lo imagines, estarás hablando el idioma de los inversionistas sofisticados, por lo tanto, tu bolsillo tendrá mejores resultados.
¡No es fácil, SI es SImple!
¡Requiere de tu voluntad!
Las inversiones son un idioma, por eso, aprender a invertir es tan SImple, como aprender un idioma.
¡SimpleMente, el secreto está en la PRÁCTICA!
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