Roxana era una joven llena de aspiraciones en el momento en el que se inscribió a la Facultad de Negocios. No tenía claro aún cuál sería el giro que elegiría, pero era más que evidente que lo que soñaba era montar su propio negocio.
A la mitad de su carrera se sorprendió cuando sus compañeros llegaron al nuevo semestre bien arreglados, las mujeres con traje sastre y los hombres con elegantes corbatas, un contraste tremendo si lo comparaba con el último día del ciclo anterior en el que todos se despidieron y comenzaron sus vacaciones vestidos con jeans y tenis.
¡No había duda! De alguna manera, más de la mitad de su clase ya había conseguido un empleo; cuando ella llegaba tarde, por causas justificadas según su criterio, los profesores de Roxana la reprendían con una ausencia total que afectaba a su calificación. Cuando sus compañeros que ya trabajaban llegaban tarde, sus maestros les justificaban la falta y les aplaudían el hecho de ser parte de la población económicamente activa.
Roxana no quería quedarse atrás, por lo que tuvo que posponer su sueño de poner su propio negocio, pues para empezar un emprendimiento necesitaba más tiempo y un poco de dinero; fue entonces cuando empezó un trabajo de tiempo completo: buscar empleo.
La autoestima de Roxana se vino muy abajo, ya habían pasado los semestres restantes de su carrera y después de miles de entrevistas en las empresas trasnacionales más importantes del mundo, todavía no era parte del grupo selecto de su salón al cual sus maestros admiraban tanto.
Antes de que tocara fondo, nuestra amiga al fin recibió la llamada que esperó durante mucho tiempo: “¡Roxana, estás contratada!” escuchó por la bocina del teléfono.
“¡En qué lío estoy metida!”, reflexionó Roxana. “Ya terminé mi carrera, pensé que nunca me seleccionarían y ahora que ya no hay clases que cumplir, quería enfocarme en mi titulación y en mi emprendimiento”.
“¡Ya sé! Me voy a dar el espacio para trabajar unos cuantos años en este empleo, ahorrar dinero y adquirir experiencia. Después renunciaré y pondré mi negocio”.
Pasó el tiempo y Roxana fue la mejor becaria, por lo que la ascendieron a asistente, luego a coordinadora, después a gerente y finalmente a directora de área. Se casó siendo exitosa en su carrera laboral, tuvo hijos y por supuesto que se compró una casa muy grande y un auto muy lujoso.
Roxana se había convertido en el prototipo ideal que marca la sociedad, era toda una ejecutiva exitosa y aparentemente estable, financieramente hablando. Lo que la gente no sabía era que su pantalla grande y las colegiaturas caras de sus hijos estaban pagadas hoy con una deuda que mañana tendría que cubrir, sólo con el trabajo duro y con el ingreso que proviniera de su empleo.
Roxana no dejaba de soñar y decía:
“Cuando salga de estas deudas pondré mi negocio y al fin seré feliz”.
¡Qué equivocada estaba en confiar su felicidad a la hora de la conclusión de su objetivo, pues todos sus días laborales se volvieron insoportables! De pronto, no aguantaba a su jefe, no tenía tiempo para ir a los festivales de sus hijos y tenía que asistir a la oficina el fin de semana que cumplía años su padre.
“¡Está bien, ya no aguanto más! Renuncio. Y con el dinero de mi liquidación, pagaré parte de mis deudas y pondré mi negocio”.
Nadie duda de la capacidad de Roxana, sin embargo ella misma se dio cuenta que la experiencia que había adquirido era propia de ser empleada, no emprendedora. Y que le daba mucho miedo perder el dinero de su liquidación, pues este representaba su trabajo duro, que había ahorrado durante toda su vida.
Roxana, la emprendedora del mañana no tuvo más remedio que continuar atrapada en un círculo en el que debió encontrar otro empleo, aguantar a su nuevo jefe, trabajar por dinero y pagar sus eternas deudas, que le ayudaban a aparentar que era feliz.
No dejes para mañana lo que puedes ser y hacer hoy. Roxana la emprendedora del mañana postergó su sueño hasta que "tuviera algo” y se enganchó en un juego en el que cumplió el “sueño de la sociedad”, mas no el de ella.
Si no sabes por dónde empezar pide ayuda. En Simplemente Invierte podemos acompañarte en tu toma de decisiones financieras para que las enfoques en lo que realmente quieres: ¡tu propia visión!
¡SimpleMente haz tus sueños realidad!
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Mayifer Rivera (lunes, 15 junio 2020 12:13)
Muchas gracias Simplemente Invierte por seguir ofreciendo tanto contenido de valor, historias y educación financiera constante.
Me gustó mucho este blog!!! Al principio cuando leí el título imaginaba que trataría de la emprendedora visionaria y exitosa del mañana, algo un tanto futurista.
Luego conforme seguí leyendo, me dí cuenta que esa emprendedora del mañana postergó tanto su sueño de poner su propio negocio, haciendo todo aquello que dicta la sociedad, que cuando se dio cuenta, su sueño ya se veía tan lejano, se dedicó tantos años a construir el sueño de otros y a tener las habilidades que necesitaba para ser la mejor en su empleo, que olvidó que su principal prioridad era el adquirir las habilidades para ser la mejor empresaria que necesitaría su propio negocio.
Una gran lección de vida, ¡Hay que hacer que nuestros sueños se hagan realidad! Simplemente me encantó.
Anarely Pérez (lunes, 15 junio 2020 17:36)
¡Wow! ¡ Que buena reflexión!
Después de estar por casi 15 en el cuadrante de Empleado, decidí dejarlo. Comencé a transitar por el cuadrante de Autoempleado en mi propia empresa. Y de un en tiempo para acá, estoy en el proceso de convertirla en un empresa del cuadrante “D” y yo en el de generar resultados en el cuadrante de Inversionista.
Soy Abogada y Coach, y hacer estas transiciones, ha sido el resultado de un poderoso trabajo en equipo, de la mano de Sergio y su equipo de Simplemente Invierte.
Es vital dejarte acompañar por los expertos en el área de educación financiera e inversiones, como lo es Sergio y su equipo.
Agradezco profundamente su acompañamiento.
Porque como bien dice en el Artículo, la vida es para Vivir la visión personal, para
Cumplir sueños, no para cumplir patrones. Y si está en nuestras manos realizarlo.
¡Gracias de nuevo! :)
Olivia Cortes (lunes, 15 junio 2020 23:16)
Muy bueno la verdad, por que seguír los patrones de la sociedad o hacer felices a los que están a nuestro alrededor no garantiza nuestra felicidad, y nuestros sueños o metas por mas difíciles que parezcan al final de el día son los que nos van a dar la satisfacción de verlos realizados,
Muchas gracias.
Leonardo Rashitt (miércoles, 17 junio 2020 10:46)
¡Qué genial reflexión!
Muchos son l@s exitos@s del mañana, pero justo por eso, por dejarlo para mañana, pero quizá ese mañana nunca llegue...